Ayer pasamos la mañana en el Seguro Social (IMSSS), porque mi esposo tenía una operación programada para extirparle una bolita en la cabeza y otra en el cuello. Después de otras dos veces en que se le había cancelado, por fin ayer se llevó a cabo. No era nada de cuidado, pero las cosas en el Seguro son así, muchos requisitos, vueltas y más vueltas. Todo salió bien a Dios gracias. Y no tuvo que quedarse hospitalizado ni nada por el estilo.
Para podernos ir, tuvimos que hacer algunas cosas como ver que hacíamos con Helena, lo cual no fue ningún problema porque Carlos y Norma (mi hijo y nuera) inmediatamente se apuntaron para quedarse con ella, le dije que Norma la invitaba a desayunar así que se fue muy contenta.
Ya en la clínica, después de todos los trámites y una larga espera en la que tuve tiempo de rezar el Rosario y ver el paso de infinidad de personas, ingresamos al área de hospitalización, le pusieron su batita, recogí su ropa, le vendaron las piernas (?), y nos sentamos en un área de preparación donde le tomaron la presión, lo pesaron etc. Nos sentamos junto con otros que estaban esperando también una cirugía menor: Una señora en silla de ruedas con su esposo, un niño de 9 años con su mamá, una muchacha acompañada por una amiga, una señora con su hijo. Cada uno una historia, cada uno con sus temores.
Las dos muchachas hablaban hasta por los codos, entre toda su extensa conversación en la que no había un hueco de silencio (me imagino que cada quien expresa su nerviosismo de distintas maneras), medio nos enteramos que eran estudiantes de medicina, que habían dormido en la casa de la que iba a ser intervenida para estar juntas y platicar, que se habían desvelado hasta las dos de la mañana y a las 5:00 am se levantaron para estar listas. Después me enteré que le iban a sacar una bolita en el seno para revisarla.....
La señora de silla de ruedas fue llevada muy pronto al quirófano le iban a operar una rodilla. El niño de 9 años estuvo calladito y sereno, su mamá guardaba silencio junto a él, y lo acariciaba en ratos. Nosotros hablabamos en ratitos y en ratitos observabamos el entorno.
Cuando por fin empezaron a pasar a cada uno a la sala de operación, una enfermera se acercó primero con el niño, trajeron una cuna-camilla para él pero apenitas y cabía, el chico estaba bastante grande y gordito, por todo lo que se habló ahí, pesaba 43K. El doctor lo revisó porque el día anterior jugando en su casa se había lastimado con algo de plástico que se le había incrustado en la garganta. Dijo que estaba bien y la enfermera con mucha amabilidad y dulzura lo preparó para ponerle el cateter en la mano, le dijo que volteara la vista a otro lado, la mamá lo sostuvo con mucho cariño y el niño se portó muy bien.... a él le iban a extirpar las amígdalas.
Luego siguió la muchacha y ella muy profesional dijo que sabía hacer eso (canalizar), y la enfermera bromeó y le dijo que ella era novata, pero en realidad se veía con mucha experiencia...
En ese intervalo llegó la señora con el hijo, una señora mayor, (muy chaparrita), más que yo, y eso ya es decir mucho. El hijo se veía tranquilo y también ella, se percibía que ya tenían camino andado en hospitalizaciones. Pues resultó que la señora pesaba 44K y tan flaquita y chiquita la pusieron en una camilla normal, los que estabamos ahi, nos reímos porque el niño apenas y cabia en la cuna y la señora quedaba nadando en la camilla. Por último le tocó a mi esposo y se lo llevaron en una silla de ruedas. a los acompañantes nos enviaron de nuevo a la sala de espera y para ese entonces ya éramos "comunidad" de acompanantes en espera. Nos buscamos un lugar pero estaba lleno entonces decidimos que como "comunidad de acompañantes en espera" nos correspondía estar en los asientos del área de hospitalización y tomamos nuestros honorables lugares. Platicamos un poquito y luego cada quien se inventó una actividad, la muchacha estudiante se puso a leer la biblia y hacer apuntes aunque no duró mucho haciendo eso porque con su mp3 se empezó a balancear, interrumpida por sus múltiples llamadas al celular. El hijo, también se acomodó sus audífonos y leyó el periódico, la mamá del niño, se levantó a caminar un poco porque la verdad estaba el ambiente muy frío, tanto que las enfermeras traían sweter (no les extrañe que me extañe y mencione eso porque estamos en Mexicali y la temperatura afuera era (es) de 42°C.).
Pasó mucho rato, dediqué un tiempo a leer "Hablar con Dios", recibí algunas llamadas, de Carlos, Norma y Yoli que estaban al pendiente. Y observé el ir y venir de médicos y enfermeras, de enfermos y sanos. Unos cojeando, otros en silla de ruedas unos apurados, otros cansados. Esposas enfermas apoyadas en sus esposos. Esposos adoloridos caminando con ayuda de su esposa.... madres llevando a sus hijos en brazos, hijos abrazando a sus madres enfermas... otros tantos, muchos, con su brazo doblado hacia el frente porque venían del laboratorio y les sacaron sangre....y así un desfile de dolores y amores. Un hospital es un lugar donde se ve a Dios, Él está en cada mirada que se cruza con la nuestra. El dolor lo hace perfectamente visible. El sufrimiento es el espejo en donde nos vemos claramente como somos: indefensos, necesitados, débiles y también en donde según el caminar de cada uno, nos fortalecemos, nos ayudamos, nos hacemos más humanos.
La recepcionista del área dio un parte médico de cómo iban las cosas... a mi me dijeron que JA seguía en cirugía... todavía más espera... a la mamá del niño la dejaron pasar al área de recuperación con su hijo que ya había salido de la operación, al salir me dijo que ya había visto a mi esposo ahí. Pregunté pero no me dieron información.... más espera.... por fin vocearon el nombre de mi esposo y me dejaron pasar. Todo vendadito de su cabeza con un gran parche.. pero como todo hombre.. desesperado por salirse. Le dí un jugo que traía, lo tomó y rápido se fue a vestir... estaba en esa sala un niño como de 4 años en una camilla dormido todavía por la anestesia y sus papás sentados a un lado observándolo con una mirada de angustia, mirando con ansiedad su entorno, como paralizados, sin expresión en el rostro.... quise sonreirles pero no respondieron con ningún gesto... en mi interior pedí por ellos y su niño........ Al pasar de nuevo por la sala de hospitalización me encontré a la mamá del niño, sentada en los lugares "honorables" ya con otra cara, más relajada y segura. Le pregunté si era católica, me dijo que sí y le regalé dos medallitas de la "Medalla Milagrosa" para ella y su hijo. Entonces vi la hermosa sonrisa de esta mamá que agradeció mas con la mirada que con palabras.
Volvimos a la casa, llamé a Norma para avisarle y al poco rato llegaron con comida preparada. Helena y Karla mi nieta se sorprendieron al ver al abuelo con un parche y una venda en la cabeza pero JA les hizo bromas y se rieron....y todos juntos disfrutamos el momento y la alegría de que Dios hizo maravillas con nosotros. ¡Bendito sea!
(queda pendiente el resultado de los estudios...)
Y PENSAR QUE YO NI SUPE CUANDO OPERARON A JA, HUBIERA QUERIDO ESTAR CON USTEDES...UNIRME A
ResponderEliminarSUS ORACIONES....
QUE BUENO QUE TODO SALIO BIEN.
ME ENCANTA COMO ESCRIBES, OJALA Y PUDIERAS HACER UN LIBRO Y BUSCAMOS UNA EDITORIAL...RBK
Ayer cuando comenté tu escrito del día de la Ascensión, también hubiera querido comentar éste y felicitarte doblemente.
ResponderEliminarA mí al igual que el mensaje del Anónimo, me encanta como escribes y sí, que sería muy hermoso que editaras un libro con todos tus capítulos.
Por mi parte te lo compraría.
Un abrazo Josefina
Y no dejes de escribir tan bellos testimonios.
Josefina, gracias por tus hermosas palabras, pero todo ese ramillete de flores me puede volver más vanidosa. Un abrazo en el Señor que hace maravillas.
ResponderEliminarDe esto ya pasó casi un año y los resultados salieron medio espantables pero no pasó nada a Dios gracias que siempre hace maravillas.