viernes, 29 de julio de 2011

EL REBAÑO SIGUE UNIDO

A nosotros los administradores de lo sagrado se nos pedirá estrecha cuenta, como a ningún otro, de cómo hemos preservado los misterios de la Nueva Alianza que recibimos.

Todos, incluso los fieles, son comprensivos con los clérigos cuando estos muestran pequeñas debilidades, facetas humanas, imperfecciones que implican una visión menos sublime de la que debería tener alguien que está siguiendo el camino que nos marcaron los Santos Evangelios.

Pero cuando un clérigo directamente decide quebrantar los vínculos que le atan a la comunión con su obispo, semejante acción no admite paliativos. En ese momento haría falta recordarle las solemnes promesas que uno hizo ante Dios antes de ser ordenado. Las promesas que hizo de rodillas, las obligaciones que uno libremente contrajo ante Dios.

Afortunadamente, la inmensa mayoría de todos los sacerdotes de la Historia han sido fieles a estos vínculos. Han podido cojear en el camino de Dios, han podido perder el entusiasmo en algunos momentos, pero han sido se han mantenido leales a Cristo y a su Iglesia.

Dos mil años de Historia han demostrado que todos aquellos que se separaron de la vid viva que es la Iglesia, quedaron estériles, se marchitaron y como mucho sólo lograron mantener el verdor de sus hojas durante un tiempo. Sé muy bien que la Vid es Cristo. Pero Nuestro Maestro sería el primero que nos enseñaría que si me aceptáis a mí, tenéis que aceptar a mi Iglesia. La Iglesia y Yo formamos una unidad.

Saulo perseguía a los cristianos, y sin embargo Jesús le dijo: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

Gracias a Dios, la inmensa mayoría se ha mantenido fiel. Gracias al Altísimo, el rebaño sigue unido. Las tormentas fueron duras. Pero podemos decir: y las aguas retrocedieron.

A los pocos disidentes, a los pocos rebeldes, a la minoría que tanto daño hace, a los pocos que crean mal ambiente, yo les pido en nombre de Cristo que dejen de hacer daño a la vid de Cristo. Se lo pido desde la debilidad de un pobre sacerdote. Pero recordando que si no aceptan las dulces palabras de Cristo, algún día le escucharán como Juez. Yo hablo desde la debilidad, pero Él juzgará desde el poder.
BLOG P. FORTEA Julio 29 2011

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