En la tarde, el Rosario en la parroquia, con bendición del Santísimo, el aroma del incienso “y el de las viejitas” cantando Pane Lingua gloriosi…. Y el Tantum ergo sacramentum… y nos lo sabíamos disque en latín porque repetíamos las palabras sin saber si lo que estábamos diciendo era bien pronunciado, ni que significaba, pero, yo sabía que era sagrado y tío Jesús era el sacerdote. En su tiempo de oración diaria, a veces la hacía en su cuarto, o en lo que servía como de oficina, o caminando por el patio con su breviario, abuelita nos enseñó a no interrumpirlo y respetar su oración. Pero abuelita bromeaba con él y le decía "Don Jesusito"....
El usaba sotana negra larga, de esas llenas de botoncitos al frente y su “bonete”, era tan sacerdote… cuando no traía su sotana siempre usaba pantalón negro y camisa blanca y… lo queríamos tanto. Me acuerdo de una vez que íbamos saliendo del Rosario y tío Jesús había salido de misión y se nos acercaron unas personas y nos preguntaron ¿Qué´s del Cura? Y Chacha contestó muy orgullosa, su sobrina… no,… que que´s de él… ¿dónde está?… y risi y risi todo el camino hasta la casa.
Cuando lo cambiaron de Aramberri a Linares otra vez, nos entristecimos mucho porque ya no volveríamos a vivir vacaciones como aquellas, aunque también ya éramos más grandes, pero una vez volvimos ya con los esposos y los hijos y recordamos aquellos tiempos tan dulces y buenos junto a ese tío querido.
De cuando en cuando iba a la casa en Monterrey, y todo se volvía fiesta…. Todo se transformaba con su llegada, a veces llevaba nueces y piñones, otras un chivito que le habían regalado en el camino. Cerca de Navidad nos traía un guajolote ¡vivo! Recuerdo una vez en especial en que estábamos peleando mis hermanas y yo, mamá estaba enojada y era uno de esos días negros cuando de pronto sonó el timbre y…. ¡!!tío Jesús!! ¡!tío Jesús!!! Todos corriendo a recibirlo, nos colgábamos de un brazo y de otro y no lo dejábamos caminar, nos lo comíamos a besos, y dijo una de mis hermanas: ¡que hipócritas somos, estamos todas peleando y llega tío Jesús y ay sí, muy felices! Y por primera vez pensé, no, no es que seamos hipócritas, es que cuando llega Tío Jesús, llega Jesús. Se me quedó tan grabado que aún hoy que lo estoy escribiendo sigo teniendo esa sensación de amor profundo por el sacerdocio de tío Jesús.
Cuando cumplí quince años, fue después de unos días a la casa y me llevó de regalo un cuadro que estaba enmarcado en un nudo de árbol, era un Jesús Maestro, lo conservé hasta hace poco que en uno de mis muchos cambios de casa se me cayó y se partió.
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Él estuvo en mi boda, él nos casó, y cuando nacieron mis hijos vino a bautizarlos. Cuando bautizó a Carlos dijo: Yo te bautizo José Alberto… y todos al mismo tiempo le dijimos: ¡Carlos Alberto! Entonces con la mano en el aire hizo un signo como si borrara y volvió a decir: Yo te bautizo Carlos Alberto… y otra vez risi y risi pero muy felices. Y cuando nos acordamos decimos que mi hijo se llama José Alberto Carlos Alberto. Cuando nació Helena vino después de 6 días era un 15 de Enero, hacía mucho frío, llegó a mi casa con mamá y papá a conocer a mi bebé recién nacida y le traía de regalo un cuadrito de madera con un angelito de la guarda estilizado muy lindo que todavía conservo con muchísimo amor y me dijo: ¿te la bautizo?... Si… Nos fuimos a la parroquia y con el ropón que me hizo tía Esther para la niña la bautizamos y luego nos regresamos a la casa a comer pan y chocolate..
Luego lo cambiaron a Gral. Terán y allá fuimos a estar con él para celebrar su 40 aniversario sacerdotal. Había llovido mucho en esos días y el río estaba crecido, desde lejos se oía el estruendo del agua........
Luego lo cambiaron a Gral. Terán y allá fuimos a estar con él para celebrar su 40 aniversario sacerdotal. Había llovido mucho en esos días y el río estaba crecido, desde lejos se oía el estruendo del agua........
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