Este propósito está muy sencillito, pero haciéndolo bien, nos comprometerá a vivir con más intensidad este don de la fe, que a veces no valoramos tanto como debiéramos. Tan sólo el pensar en tantos católicos en el mundo que en estos momentos están dando su vida por la fe, nos impulsará a dar verdaderamente gracias a Dios por ella.
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